“Donde todos piensan lo mismo, nadie está pensando.”

+34 623 59 75 54 Lun - Vie 8.00 - 18.00
Síguenos en:

Culturadegym

TRANSTORNO POR ATRACÓN ¿QUÉ ES?

¿De qué vamos a hablar? [Ocultar]

El transtorno por atracón se engloba dentro de los denominados “trastornos de la conducta alimentaria”.

La alimentación es un proceso vital del cual obtenemos los alimentos y los ingerimos. Factores como la cultura, la sociedad o la geografía nos condicionan de cara al proceso de selección. Sin embargo hablamos de un acto totalmente consciente, educable y voluntario.

Esto dista mucho del proceso de nutrición, involuntario, inconsciente y no educable, que comienza una vez que llevamos los alimentos a la boca y satisface a procesos fisiológicos de nuestro organismo.

Con estos dos simples conceptos y con el matiz de consciente-educable-voluntario, entran en juego una serie de mecanismos de aprendizaje que nos pueden llevar a perder la noción de la realidad, querer evitarla o a la muerte.

TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Son alteraciones producto de aspectos emocionales, cognitivos y afectivos que llevan a la persona a aprender malos hábitos alimentarios (Hernández Rodríguez, José, & Ledón Llanes, Loraine, 2018). La suma procedente de la insatisfacción corporal con una distorsión sobre la propia imagen, peso y comida son elementos que ayudan a la aparición de este tipo de trastornos (Serra, M., 2009).

De hecho, existen 4 factores o ejes que giran en torno a la problemática: personal, familiar, social y cultural. Todos ellos relacionados con el matiz consciente, educable y voluntario. Personalidades obsesivo compulsivas y autoexigentes, con tendencia a patrones impulsivos y conducta ansiógena son propicias para el desarrollo y mantenimiento de estos trastornos (Kaye, 2008).

En un medio social donde se premia el culto al cuerpo, con redes sociales como Instagram, que tiene el foco en la perfección idealizada, las personas están a merced de unos estereotipos o cánones irreales e inalcanzables. Así mismo, una sintomatología negativa (tristeza, hostilidad, culpa) son reforzadores de conductas de mantenimiento en la bulimia nerviosa (Berg et al., 2013).

TRASTORNO POR ATRACÓN (TPA)

Forma parte de los 3 principales trastornos de la conducta alimentaria recogidos en el DSM-V, junto con la Anorexia Nerviosa, Bulimia Nerviosa y demás (Pica, Rumiación, Potomanía). Tiene una prevalencia del 1,6% en mujeres y un 0.8 en hombres (Rubio Valladolid & Jiménez Arriero, 2015) y en una muestra clínica obesa con edades entre los 9 y los 16 años, la prevalencia fue 6% y el 14% mostraba predisposición al diagnóstico (Cebolla, Perpiñá, Lurbe, Alvarez-Pitti & Botella, 2012).

El TPA se caracteriza por una forma incontrolada en la ingesta de grandes cantidades de comida (A1), en un breve periodo de tiempo (B1), y que resulta en un aumento de peso. Se sufre una gran pérdida de control (A2) en las cantidades por lo que pueden llegar a sentirse desagradablemente llenos (B2), incluso sin tener hambre (B3).

Debido al estilo de conducta, intentan hacerlo en soledad (B4) por la vergüenza que sienten en el momento y después (B5).

Predomina la comida como mecanismo compensatorio del malestar emocional, por lo que suelen comer sin hambre y, a diferencia de la bulimia, no existe una preocupación excesiva por la figura. En consecuencia, no hay conductas compensatorias (purgas, restricciones, cardio) como en la bulimia nerviosa o anorexia en lo tocante a la preocupación por la figura.

Gravedad

  • Leve: 1-3 atracones por semana
  • Moderada:4-7 atracones por semana
  • Grave: 8-13 atracones por semana
  • Extremo: 14 o + atracones por semana

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DSM-V

Episodios recurrentes de atracones. Siendo atracón:

  1. Ingestión, en un período menor a 2 horas, de una gran cantidad de alimentos
  2. Sensación de falta de control sobre la ingesta (cantidades o lo que se ingiere)

Los episodios de atracones se deben asociar a 3 o más de los siguientes aspectos:

  1. Comer más rápido de lo normal
  2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno
  3. Comer grandes cantidades sin hambre
  4. Comer en soledad por sentimientos de vergüenza asociados a la cantidad
    ingerida.
  5. Sentirse a disgusto con uno mismo, deprimido o avergonzado tras el atracón.

Malestar intenso por los atracones:

  1. Frecuencia de al menos 1 ves por semana durante 3 meses.
  2. El atracón no se asocia a la presencia de un comportamiento compensatorio inapropiado.

NEUROCIENCIA DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN EL TPA

(Duchesne et al., 2010) buscaron analizar las funciones ejecutivas (FE) en individuos obesos con TPA y esto nos lleva a hacer una pausa para entrar en materia. Dentro del marco de Luria (1974) y sus denominadas funciones corticales superiores, podemos encontrar las FE: procesos que asocian ideas, movimientos y acciones simples para solucionar situaciones complejas (Shallice, 1988). Atendiendo a los elementos ejecutivos y alterados observados en la clínica, Tirapu Ustárroz, Muñoz Céspedes & Pelegrín Valero, (2002) recogen la siguiente tabla:

No obstante, el foco neuropsicológico debe diseccionar este grupo de FE para poder intervenir eficazmente. De modo que podemos encontrarnos con una mala planificación y elección de objetivos porque se prefiere una recompensa rápida antes que una a largo plazo: Miopía del futuro.

Hagamos un pequeño experimento

¿Qué eliges: un Donuts ahora o 2 en 20 minutos?

Pues bien, la impulsividad es un patrón que se repite cuando hay un mal control inhibitorio (autocontrol), autorregulación y planificación (flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo). Estos procesos cognitivos básicos de las FE son los que median cuando tomas una decisión, entre muchos otros, y por ende te llevan a la necesidad de elegir el alimento rápido.

Como consecuencia, obtenemos a un individuo que se desespera al no conseguir resultados con la dieta, le cuesta refrenarse y elegir. Sí, elegir implica coger información, dividirla en alternativas, ponerla en un saco (memoria de trabajo) y escoger la necesaria.

En este caso, entendemos que si nos falta información no haremos una buena toma de decisiones y tanto es así que, los sujetos TPA, integran información superficial en su “saco” de toma de decisiones, lo que les resulta en recompensas inmediatas e incluso incapacitando su juicio aunque ello implique consecuencias perjudiciales (culpa, tristeza, aumento de peso).

Es un proceso complicado y alterado que afecta a pequeña y gran escala. En el TPA existe una pérdida de control con la comida y en el estudio que hemos mencionado al principio de este apartado han intentado demostrar la correlación entre FE y TPA.

Los resultados mostraron diferencias significativas entre obsesos con TPA y sin TPA. Por un lado, los obesos con TPA indicaban un mal rendimiento en flexibilidad cognitiva y atención (dificultad para cambiar o elegir), mayor pensamiento en la comida porque les costaba distraerse ante, por ejemplo, una barra de chocolate.

Esto puede indicarnos que el límite de comida que pueden ingerir durante un atracón, lo impone el propio cuerpo y no la persona. De la misma forma, en pruebas de planificación su resultado era inferior a obesos no TPA por lo que puede correlacionarse con el número de episodios de atracones.

Este aspecto junto con la baja flexibilidad cognitiva también puede indicar su mala adherencia a las dietas, ejercicio o a la reducción de estos episodios. Fuster, (2002) relaciona la planificación y conducta dirigida hacia las metas como una función primaria del córtex prefrontal y al córtex dorsolateral como mediador estímulos (nuestro “saco”). Entonces, la corteza dorsolateral integra información sensorial y emocional, lo que explica como las percepciones modifican nuestro estado de ánimo.

DEPORTES ALIMENTARIAMENTE RESTRICTIVOS Y CONDUCTA POTENCIAL AL TPA

Hay casos particulares donde se requiere un determinado peso para competir (deportes de combate), esto exige al deportista bajar una cantidad de kg exagerada en muchas ocasiones (buscar “Weight cut ufc”) donde se pone en riesgo la salud.

Esto puede generar una ecuación de estrés, estímulos de alimentos sabrosos que puede conllevar al mantenimiento de una conducta patológica a raíz de la alimentación deportiva, (Mathes, Brownley, Mo & Bulik, 2009).

Estos mismos autores también hablan sobre la capacidad que tienen los alimentos para inducir comportamientos relacionados con la adicción, puesto que la percepción de los mismos genera una particular disminución de la activación en la zona de la corteza prefrontal ventromedial, encargada en el control de impulsos y toma de decisiones.

Hacer una dieta implica una responsabilidad a largo plazo lo que se requiere motivación, compromiso y planificación. En el mundo del Fitness y el culturismo se utiliza una cheat meal a modo de premio por una semana de “dura” dieta.

En este aspecto, el enfoque no es el adecuado, puesto que se sigue reforzando la idea de limitar la adicción a un solo momento, igual que el fumador que sólo fuma en aquel momento determinado, sigue siendo una recompensa al no fumar el resto del día.

Entonces, el deportista asocia la dieta a algo negativo, la cheat a algo positivo. Añadimos la potencial influencia de la comida basura (buffets, facilidad de comer 4 donuts vs un filete) como estímulo reforzador de la conducta junto con una necesidad de recompensa y ¿qué obtenemos? Cheat meal = descontrol [ver más].

La mayoría de las conductas voluntarias se vuelven hábitos mediante la repetición (Morgado, 2016). Al igual que cuando llegamos a casa sentimos la necesidad de orinar. Como hemos hablado, la corteza prefrontal es la base de las FE y también asocia información proveniente de los estímulos (áreas occipitales, parietales y temporales), por lo que la generación de hábitos depende de la asociación continua de unos estímulos (X tipo de comida) junto con determinadas respuestas motoras (comer).

Se ha comprobado la asociación entre estímulo y refuerzo/castigo mediante la activación de la zona ventromedial y dorsolateral de la corteza prefrontal (Edmund Rolls, 2004). Lo que a su vez, interviene con la asociación y generación de esquemas mentales (la idea que tenemos de algo) con emociones (Barrett et al., 2007).

No debemos considerar que el mero hecho de restringir calorías sea equivalente a una conducta patológica, pero sí entender que es un factor de riesgo para el desarrollo de la misma (Keel, Baxter, Heatherton & Joiner, 2007).

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Arjol, J. (2012). La planificación actual del entrenamiento en fútbol. Análisis comparado del enfoque estructurado y la periodización táctica. Acciónmotriz, 8, 27-37.
  2. Barrett, L., Mesquita, B., Ochsner, K., & Gross, J. (2007). The Experience of Emotion. Annual Review Of Psychology, 58(1), 373-403. doi: 10.1146/annurev.psych.58.110405.085709
  3. Berg, K. C., Crosby, R. D., Cao, L., Peterson, C. B., Engel, S. G., Mitchell, J. E., & Wonderlich, S. A. (2013). Facets of negative affect prior to and following binge-only, purge- only, and binge/purge events in women with bulimia nervosa. Journal of Abnormal Psychology, 122(1), 111-118.
  4. Cebolla, A., Perpiñá, C., Lurbe, E., Alvarez-Pitti, J., & Botella, C. (2012). Prevalencia del trastorno por atracón en una muestra clínica de obesos. Anales De Pediatría, 77(2), 98-102. doi: 10.1016/j.anpedi.2011.11.027
  5. Duchesne, M., Mattos, P., Appolinário, J., Freitas, S., Coutinho, G., Santos, C., & Coutinho, W. (2010). Assessment of executive functions in obese individuals with binge eating disorder. Brazilian Journal Of Psychiatry, 32(4), 381-388.
  6. Fuster, J. (2002). Frontal lobe and cognitive developement. Journal Of Neurocytology, 31(3-5), 373-385. doi: 10.1023/a:1024190429920
  7. Hernández Rodríguez, J., & Ledón Llanes, L. (2018). Comments on clinical and epidemological aspects of binge eating disorder. Revista Cubana De Endocrinología, 29(1),1-15.
  8. Juárez González, J. (2019). La huella del placer. Ciudad de México: Editorial El Manual Moderno.
  9. Kaye, W. (2008). Neurobiology of anorexia and bulimia nervosa. Physiology & Behavior, 94(1), 121-135. doi: 10.1016/j.physbeh.2007.11.037
  10. Keel, P., Baxter, M., Heatherton, T., & Joiner, T. (2007). A 20-year longitudinal study of body weight, dieting, and eating disorder symptoms. Journal Of Abnormal Psychology, 116(2), 422-432. doi: 10.1037/0021-843x.116.2.422
  11. Mathes, W., Brownley, K., Mo, X., & Bulik, C. (2009). The biology of binge eating. Appetite, 52(3), 545-553. doi: 10.1016/j.appet.2009.03.005
  12. Morgado, I. (2016). Aprender, recordar y olvidar (4th ed., pp. 55-97). Barcelona: Planeta.
  13. Rolls, E. (2004). The functions of the orbitofrontal cortex. Brain And Cognition, 55(1), 11-29. doi: 10.1016/s0278-2626(03)00277
  14. Rubio Valladolid, G., & Jiménez Arriero, M. (2015). Fundamentos de psiquiatría. Madrid: Médica Panamericana.
  15. Serra, M. (2009). Los trastornos de la conducta alimentaria (pp. 1-60). Barcelona: Editorial UOC.
  16. Shallice, T. (1988). From neuropsychology to mental structure. (pp. 1-85). Cambridge: Cambridge University Press.
  17. Silva, J. (2007). Sobrealimentación Inducida por la Ansiedad Parte I: Evidencia Conductual, Afectiva, Metabólica y Endocrina. Terapia Psicológica, 25(2). doi: 10.4067/s0718-48082007000200005
  18. SPINELLA, M., & LYKE, J. (2004). Executive personality traits and eating behavior. International Journal Of Neuroscience, 114(1), 83-93. doi: 10.1080/00207450490249356
  19. Tirapu Ustárroz, J., Muñoz Céspedes, J., & Pelegrín Valero, C. (2002). Funciones ejecutivas: necesidad de una integración conceptual. Revista De Neurología, 34(07), 673. doi: 10.33588/rn.3407.2001311